5.7.12

Nada.-

Iba así, caminando inherente a mí, hablaba y parloteaba como si hubiese un guión infinito en su cabeza, una obra que debiera terminar de actuar.

Ese día en particular estaba distraído, repasando mis problemas una y otra vez en la cabeza. Hubiese podido decirle, pero no lo hice, al final sabía que eran mis problemas y.. ¿cómo iba ella a poder solucionarlos? .De cualquier manera recordé que, ella siempre terminaba diciéndome: "- Tranquilo hombre... ya encontrarás la solución, siempre lo haces."

Ella seguía hablando sin parar (curioso... seguramente pensaba que estaba atento a todo lo que decía mientras que en realidad analizaba otras situaciones, incluyéndola..., en mi cabeza). Fue entonces cuando dimos vuelta en la calle que daba a la plaza con aquella enorme fuente repleta de esos horribles faroles.

-¿Qué opinas entonces?- me dijo ella, mientras balanceaba sus brazos de atrás hacia adelante infantilmente. Yo me quede anonadado... no había escuchado más que palabras sueltas como <>, <> y <>. No pude ocultar mi rostro estupefacto, y menos con ella mirándome fijamente, esperando mi respuesta como si yo fuese el Dalai Lama.

-Mmm.. Pues está bien. - Le dije, estúpidamente. Pude notar como la expresión de su cara cambiaba, mi respuesta no era la que ella esperaba.

- ¿No escuchaste nada de lo que dije, cierto? - Me dijo con un tono entre comicidad y decepción.

- Lo siento, vengo un poco distraído hoy, ¿Que me estabas diciendo?

- ¿Que tienes? ¿Te pasó algo? - Me contesto ella, haciendo caso omiso a mi pregunta.

- No tengo nada, ya dime lo que venías diciendo. - Le conteste un poco alterado, pero era de esperarse, mi paciencia no suele ser muy vasta cuando tengo problemas.

- No importa, tonterías del estudio. - Guardo silencio unos instantes, y al ver que yo no articulaba palabra alguna, prosiguió... - Miguel dijo que podíamos empezar a trasladar cosas a su garage, el tiene ya algunos caballetes viejos. Dijo que eran de su abuela y están un poco gastados, pero no importa, con eso podemos empezar a trabajar para la exposición de Noviembre.

Yo me quedé callado unos instantes. Esta vez si había escuchado con total claridad todo lo que dijo, pero por alguna razón no encontraba nada que decir.

- Que bien.

- ¿Qué te pasa? Yo se que algo tienes, sabes que te puedo escuchar. Anda, ya dime - Me dijo mientras golpeaba con su puño mi brazo.

Su insistencia empezaba a molestarme, ese interés incondicional a veces da asco.

- No es nada, estoy cansado, no he podido dormir bien. Además estoy fastidiado por varias cosas, pero nada relevante, no te preocupes.

- ¿Es por lo de tu madre? - Pregunto ella con actitud sería y un poco miedosa. Mi madre llevaba semanas enferma, pero eso era algo normal, periodos que iban y venían desde hace algunos años. Ella suele ser quejumbrosa, le gusta sentir que las personas están al pendiente de ella, que no la han olvidado. No era que mi madre no me preocupara, pero habían otras cosas que me atormentaban más.

- No, no es por eso, son otras cosas. La verdad es que no tengo ganas de hablar sobre eso, si no fuera porque tenemos que ir por los cuadros con Adela, no hubiera salido de mi casa.

- ¿En tu casa haciendo nada como has estado las últimas dos semanas? No creo que debas tener esa actitud... si no voy por ti para que me acompañes quizá te hubieras quedado ahí el resto del mes. Mientras más te alejas de todo y de todos, mas te hundes. Sabes que me tienes a mí para lo que necesites, podemos hablar cuando tú quieras. - Ella lo decía de una forma tan sonriente y tan a la ligera que me hacia rabiar cada vez mas. La imaginaba, como vería el mundo desde aquellos inocentes ojos, unicornios rosas saltando de nube en nube, y ella saludándolos desde una col flotante, vestida de todos colores adornada de su enorme sonrisa. Ella siempre reía... que llegue a pensar que esta vida era una maldita broma para ella.

- No te preocupes ya, estoy bien, no necesito hablar de nada, así que por favor... deja de preguntarme - No me percate del tono tan fuerte y prepotente que había utilizado hasta que termine de decirlo.

Inmediatamente se puso seria, se quedo mirándome unos segundos y continuo caminando con la mirada en el piso. Seguimos caminando hasta que llegamos al estudio de Adela, una vieja compañera de la facultad. Ella entro sin siquiera voltear a mirarme, y yo me quede afuera esperándola. No sabía si estaba molesta o solo entristecida en la forma que le hable, pero ¿Que podía hacer? ella sabe que hay veces pierdo el control y pareciera en que se empeña mas y mas en sacarme de quicio. Estuve esperándola alrededor de 10 minutos de lo más aburrido mirando la gente pasar.

Después de un rato salió ella con los cuadros y me acerque a ayudarle con unos algunos. Entonces me dio la mitad de ellos y me dijo:

- Llévate estos a tu casa, mañana los llevas con Miguel. - Seguía sin mirarme a la cara, volteando al piso o a los cuadros. Esa mujer era demasiado deprimente cuando no sonreía.

- Bien, llegó como a las 11 o 12. - Le conteste seriamente... debo de confesar que a veces puedo llegar a ser demasiado orgulloso y arrogante.

- Bueno, nos vemos mañana entonces, debo ir aun a comprar la tela y algunos solventes -

Después se acerco y se despidió con un beso en la mejilla como de costumbre. Aun miraba el piso como si la hubiese regañado, después tomo los cuadros como pudo y camino algunos pasos. Yo me quede mirando cómo se iba, y sentí un poco de culpa por haber contestado de manera tan agresiva... a final de cuentas solo se preocupada. Entonces volteo y me grito:

- ESTESE TRANQUILO SEÑOR... YA ENCONTRARÁ LA SOLUCION! Siempre lo haces.

Me sonrió antes de girarse de nuevo, y siguió caminando. Seguramente mañana estará igual, con sus juegos y risas, y yo estaré igual... amargándome la vida, y la tendré preguntándome de nuevo <<¿Que tienes?>>. Entonces me dije a mí mismo “-Esa tonta”... y me sonrei mientras tomaba camino de regreso a casa.